martes, 17 de noviembre de 2009

Oportunidades de Noviembre


Hay situaciones verosímiles que nos permiten caminar despacio pero seguro. Hay ese momento en el que nos sentimos dueños de nuestra propia astucia, de la más mínima grandeza de sabiduría. Sabemos que la hay. Pero, y muy seguidamente, esa conglomeración de sapiencias se convierte en argucias cuando solo crees que las oportunidades se te presentan seguidas. Y en ese camino tan apresurado, las palabras de los demás son parte de la conciencia del silencio, del ego venerado.
Querer ser un gran trabajador, cuesta; querer ser el mejor, también. Esa es la deuda de los hombres para sí mismos: ser mejores. Nunca tratemos de serlo, seámoslo. Que un halago no sea más que una arista de un concepto de esfuerzo. Que tu esfuerzo no sea más que ese átomo del éxito. Que el éxito no sea más que la grandeza de ser hombre.

La materialidad ha sido un tema que se ha discutido por siglos. El desarrollo de la persona recién aparece como la nueva luz de la cuasifelicidad. Nadie está contento con lo que gana, pero y cuando gastas hasta endeudarte. Ahí te invade una felicidad que luego se vuelve preocupación. Las deudas te aprietan como cual paño mojado. ¿Así nos quejamos de lo “justo” que debemos recibir? Si cuando tienes el dinero que ganaste, lo derrochas en parapléjicos y efímeras compras. A esas compras se les suele llamar “gustos”,”antojos”, etc. Pero, ¿se puede gastar en tal medida que no nos permita tener un control financiero de nuestras propias “necesidades” (nosotros lo llamaríamos deseos…en algunas oportunidades hasta absurdos). Si eres padre: ¿gastarías ese poco dinero que recibes en fiestas y polladas, mientras tus hijos no pueden tener una mejor educación? Ojo que la buena educación no viene del colegio, viene de tu familia. Lo que se recibe en las escuelas es un adiestramiento. ¿Estarías dispuesto a gastar en libros para tus hijos? ¿ o crees que esas cosas no son una buena inversión? Tú decide.

Ahora, ¿eso pasará con el Estado? Sí. El Estado derrocha en congresistas, derrocha en burocracias desfasadas, en gabinetes intransigentes, en el maniqueísmo egocentrista. Pero no invierte en el adiestramiento de buenos elementos. El 3,4 % del Producto Bruto Interno (PBI) se destina para la educación. Capaz y puede ser tu reflejo, capaz y eres un miniestado, que derrochas en la entelequia de tu vida. Con qué moral podemos hablarnos, si antes no predicamos con el ejemplo. Es la oportunidad de darnos cuenta que la mejor vía para salir a un desarrollo es mediante la educación y la instrucción de saberes. Que es de preponderancia invertir en libros, en cultivar valores familiares, en ser mejores. Y a los que no les alcanza para comprar si quiera un libro, pues con que brinden el valor de la vida, el valor de la educación, pues están haciendo mucho. Es noviembre, nuestra oportunidad.