viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Debería aceptar esa tarea?


Una de mis primeras publicaciones en mi blog, "How I Learned to Say No", trataba sobre cómo permitirme rechazar solicitudes de mi tiempo laboral, aun cuando mi instinto natural (¡o “acto reflejo”, más bien!) me lleva a decir que sí. Desde entonces, como profesor de jornada parcial y editor y escritor independiente, me ha ido bastante bien negándome a proyectos cuando correspondía, y he mejorado mi proceso para decidir si la respuesta “sí” o “no” es la correcta para una nueva tarea. He aquí lo que he aprendido a hacer:

1. Entrevistar a la oferta, no sólo a la persona que la hace. Pocas personas aceptan una oportunidad sin primero preguntarle a la persona que la ofrece qué es lo que ella espera en términos de compromiso de tiempo, plazos y otros aspectos fundamentales. Sin embargo, es igualmente importante dialogar personalmente con el proyecto mismo. Eso no significa hablar con un objeto inanimado o con una abstracción, sino que imaginarse a uno mismo realizando el trabajo día tras día antes de decir que sí. Por ejemplo, ¿acaso la idea de tener que coordinar muchos aspectos del proyecto lo marea? o, por el otro lado, ¿acaso su falta de etapas claramente diferenciadas parecen una receta para dejar las cosas para más tarde? En resumen, mire a la oferta a los ojos y pregunte: “¿me agradas realmente?”.

2. Identificar los intereses de los stakeholders. "¿Quiénes son los stakeholders?" es una pregunta obvia al momento de decidir si tomar o no un nuevo trabajo. Usted necesita saber quiénes son las personas que invirtieron en la obtención de resultados y con quién estará lidiando día a día (no siempre será la misma gente). Sin embargo, la tendencia es suponer que una vez que usted identifica a las personas clave, sus roles y cargos, el resto está claro. A menudo no es así. Lo que los stakeholders esperan del proyecto a veces no coincide, o ni siquiera complementa, sus roles formales. De hecho, tal vez sea por eso que se le esté pidiendo a alguien nuevo –usted– que intervenga. Esta clase de información es definitivamente relevante respecto a la forma en que se debería realizar el trabajo y, por ende, puede afectar seriamente su decisión.

3. Conocer la historia y evaluar el futuro. Cualquier proyecto, incluso uno aparentemente nuevo, tiene una historia; un conjunto de circunstancias que lo llevaron hasta donde está ahora. Obtener la información básica respecto a esto y hacia dónde se dirigen las cosas, es esencial para tener un panorama completo y tomar la decisión de participar o no. Por ejemplo, tal vez usted esté dispuesto a realizar un trabajo de elaboración inicial, pesado y poco edificante que finalmente será usado para un producto que le fascina. Pero, también podría dudar si trabajar o no en un nuevo desarrollo de algo que acarrea un pasado accidentado.

4. Mirar la paleta completa. La variedad de cosas en las cuales usted está involucrado en un momento dado puede afectar con cuáles otras se compromete. Claramente, el problema más grande es el tiempo, pero ése no es el único factor. Por ejemplo, puede que usted decida a favor o en contra de un compromiso en base a la variedad: ¿estoy haciendo demasiado de lo mismo ahora mismo o, tal vez, demasiadas cosas demasiado diferentes? Esa pregunta puede parecer caprichosa a primera vista, pero la monotonía por un lado, o la sensación de dispersión por el otro, puede tener consecuencias importantes en el aspecto práctico.

¿Cuáles son sus criterios para decidir si aceptar o no una nueva tarea?
Steven Demaio (Harvard Business)